BRUJA

Me llaman Bruja, cuando salgo a la calle, de lejos, los vecinos, personas que no conozco pero los veo, nunca de cerca, siempre de lejos…

Los escucho susurrar mentiras, chismes, cuentos, fantasías, que nadie creería.

Soy pacata, engreída, falsa, superior, puta, mentirosa, antipática, infeliz, aprovechadora. No valdría la pena que me conozcas, y menos que te acerques.

Sería peligroso. Dicen por ahí.

Cierta vez conocí a un hombre, podría haber sido mi versión masculina: apático, reservado, poco caballero y un tanto soberbio. Recuerdo que coincidimos hasta en la edad y en las creencias. Igualmente le advertí que no se acercercara demasiado, ya que podría lastimarlo.

Arriesgado él. Decidió, sin importarle mi advertencia, tomar primero mi mano y acercarse a mí oído… Lo escuché decir: «no existen las brujas»

Intenté desvanecerme en ese momento, sólo para demostrarle su error.
No pude. Sólo lo atraje más.

Corrí muy rápido por el barro. Sabía que iban a matarme. Que me buscaban, la Iglesia, los hombres del poder, los creyentes en otros seres superiores, el Dios «Dinero» también me buscaba.
Eran muchos, todos me querían quemada, incinerada…

«No existen las brujas», había dicho, entonces, ¿de quién escapo?

«¡Te he matado, hombre soberbio!», le dije mientras veía su mirada ciega y sus manos arrancando mis cabellos… Inmóvil, ya no pudo más.

«No lo has hecho, nunca, mujer»
Me decía. «Yo decidí morir aquí, contigo»
«Tú no existes, y yo tampoco».

Este es el relato de una bruja conocida, que decidió serlo, y contarlo. Que no se dejó manipular por las bajezas humanas, la codicia, la avaricia, el todo por el todo y el morir sin nada.

Ella es una mujer común, libre, despojada y sin prejuicios. Como soñamos ser muy dentro todas nosotras, en lo más profundo de nuestro ser. Allí donde muy pocas llegan.

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