La historia de Briseida, fue rara desde el principio, desde que era una niña, hasta su nombre era raro, claro hasta que vimos a la heroína de «Troya» que se enamora de «Aquiles», interpretado por Brad Pitt.

Bris, así la llamaban, venía de esas familias griegas, divertidas, pero conservadoras al extremo. Era la menor de seis hermanos varones.

A los 11, un profesor de «computación» (cuando recién conocíamos las computadoras) y estando en la sala de máquinas a solas, le había tocado la rodilla.. ella solo sintió vergüenza e incomodidad, y empezó a sudar del miedo.

En cuanto ese hombre de barba oscura se descuidó para tomar un vaso de agua, ella salió corriendo de esa cárcel horrible, en forma de «aula».

Nunca le contó a su mamá, no iba a creerle.

Quizás, pensaba hoy, ¿vendrá de ahí esa maldita costumbre de escapar?

«Escapar y no enfrentar», le decía su psicólogo, hoy ya con 40 años.

Fue muy retraída en su adolescencia, le costaba mucho hablar en público, en el aula, y mucho más con los varones.

Se enamoraba en silencio. Su amor estaba siempre en cabeza… En su corazón… Pero nunca afuera.

Todo lo que llevaba adentro suyo, que ya era demasiado, recién pudo soltarlo cuando descubrió las témperas, los óleos, los acrílicos… Ese mundo maravilloso … Lleno de magia.

Un día tomó la decisión y fue de la casa de sus padres y hermanos.
A buscar su vida…
Tenía valor, y miedo también…

Alquiló un monoambiente.. aveces no dormía y el día se hacía tan pesado, lo cargaba igual como todo. Lo cargaba como cargaba la culpa, una que le habían «adosado» por ahí, la de haber nacido.

Las pastillas, esa solución rápida e insulsa.
El trabajo, la excusa para no pensar y seguir.
En el trabajo conoció a Juan, quien fue el padre de su primer hijo «Ulises» (¿nombre griego?).
Juan de a poco se convirtió en el famoso silencio que odiaba y que venía de ahí, de su familia, y que la hizo callar tantas veces.

Se prometió a sí misma no volver a enamorarse.  Ulises y Bris.. eran una familia. Y de a poco su falta de aire iba desapareciendo.

Ulises tendría unos 5 años cuando la vió nuevamente a su madre desparramada en la cama. Se asustó. Corrió. La abrazó. Su madre lloraba a mares: «hijo, tranquilo, mamá está resfriada».. y le sonrió.
Esa maldita costumbre…. de mentirles y sonreír cuando lloramos, que sólo conocemos las madres.

Bris, se culpaba otra vez. Había perdido algo tan valioso, y ese dolor la acompañaría toda su vida. Había perdido una vida. Un pedazo de ella misma.

Su mente aveces la engañaba, y le hacía creer que ella había matado a ese ser. Y ya no entendía nada. Qué era real y qué no.

Al poco tiempo, nació «Ariel», su segundo hijo. Eran tres (o ¿cuatro?): Ulises, Ariel, Bris… Y ¿un ángel?

El padre de Ariel, le recordó el miedo que sintió tantas veces en su familia. Así que también tomó otra decisión más. Escapar.

Ya eran grandes, Ulises 25, Ariel 18.
Hablaban tanto, no había más silencios en la mesa. Se reían, no habían miedos. Cada uno buscó por su lado compartir su vida… Libremente.

Bris, ahora descansaba en una hamaca de un jardín, escuchaba los pájaros, tenía un abanico antiguo floreado, que no recordaba bien quien se lo había regalado… Lo único que se oía era eso
Los pájaros y un abanico.

Más adelante veía el hermoso Río Paraná…

¡Ah! ¡Me olvidaba!.. La mente aveces me hace escapar de las buenas historias también… Alguien se asomaba detrás de la hamaca alcanzándole un mate.. Tardes hermosas en la orilla del Argento Paraná…. Y algo muy importante: en las fiestas de fin de año se juntaban todos ahí, sus hijos, sus amigos, algunos vecinos también, y rompían grandes platos contra el piso… Costumbre Griega….

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Rita Chirino

2 Comentarios

  1. Otra bella Historia de Ceci …gran sensibilidad para contar maravillosos relatos !!!

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