Mario Breuer, es el productor discográfico e ingeniero de sonido insignia del rock argentino. Desde su debut con Raíces, pasando por Sumo, Charly, Los Redondos y hasta Les Luthiers, es una pieza clave en las grabaciones más emblemáticas de nuestro catálogo.
Nació en Buenos Aires en 1956, y apenas entrado en la adolescencia comenzó con su rol de DJ, a organizar fiestas con cintas armadas y luces, para poner play y salir a bailar: es decir, estaba en ambos lados del mostrador.
Para ese entonces, ya comenzaba a ser un fiel seguidor de músicos consagrados de la escena (Pappo, Spinetta, Manal, etc.), algunos de los cuales, más tarde produciría. También, para ese entonces, caería perplejo ante el virtuosismo hipnótico de Santana en el Viejo Gasómetro, la magnificencia del Queen en Vélez, y la complejidad de Weather Report.
El momento iniciático de su carrera, fue cuando le ofrecieron trabajar, como cadete, en el pequeño sello Fonema, que además de un empleo, sería una escuela para Mario.
El año 1976, fue una bisagra que significaría un despegue meteórico, cuando comienza a dirigir Auris, su propio sello, que debuta con la producción de “Todo hoy” de Rodolfo Mederos, y el primer disco de Raíces “BOV Dombe”, presentado en Obras, teloneando de Seru Giran.
En medio de la hecatombe financiera que atravesaba el país en 1978, sin trabajo y con plata en el bolsillo se fue a Los Ángeles a estudiar ingeniería en grabación y producción.
Volvió al país en el ´80, “recargado”, con un bagaje propio y una formación académica internacional que pondría al servicio de cuanto músico se le cruzara en el camino.
Comenzaba una década de ebullición, con la decadencia de la dictadura, y la necesidad de romper los grilletes, de toda la escena musical, hasta ese momento under; que encontró en Breuer el alquimista perfecto para concretar los hechizos.
Al principio todo era experimentación (en todo sentido). Grabo unos demos con la nueva formación de Los Abuelos de la Nada; pero al poco tiempo debutaría en primera con “Yendo de la cama al living”, de Charly García.
Le seguiría “Me vuelvo cada día más loca”, de Celeste Carballo. Una apuesta riesgosa, ya que se trataba del debut de una chica rockera, en una escena plenamente misógina. Pero el disco fue un éxito rotundo, y los temas sonaban hasta en los colectivos.
Mario comenzó a transformarse en un gurú de las consolas, en un indispensable, si se pensaba en un producto de primera calidad, y a la vez, vendible.
Comenzaron a desfilar por sus peceras, Miguel Abuelo, Zas, Suéter, Fabiana Cantilo, Los Twist, Fito Páez, Viuda e Hijas. Todas grabaciones que fueron el mayor éxito en la carrera de esos músicos, o el disco que los ascendió al olimpo de la popularidad.
Tal es el caso de “Llegando los monos” de Sumo, de 1986, donde se conjugaron perfectamente, el talento del DT Breuer, y la experimentación desenfrenada de Luca y su Dream Team.
“La mosca y la sopa” de 1991, sellaría el tándem mágico conformado por Breuer y Los Redondos, que continuaría con todos los discos que grabarían la banda de Indio hasta su disolución, incluyendo la experimentación vanguardista con la electrónica (aceptada con recelo por las hordas ricoteras), de “Último bondi a Finisterre”, y “Momo Sampler”.
El “curriculum laboral” es interminable y variopinto, e incluye a Seru Giran, La Torre, Los Enanitos Verdes, Ratones Paranoicos, La Renga, Mariano Mores, Soledad, La Mona Jiménez. Y hasta los caprichos de Guillermo Vilas y el Mono Burgos.
Mario Breuer “es un sello”, con una importancia decisiva dentro de la cultura en general y la música en particular, que contribuyo sustancialmente a generar un mercado for export que, hasta su irrupción, se limitaba al circuito de Capital, Gran Buenos Aire, Rosario y Córdoba.
Adelantado y visionario; metódico y obsesivo; genial y estratégico; fue (y sigue siendo), la llave para que muchos artistas pudieran abrir la puerta “para salir a tocar”.

Una historia no muy conocida