La vida nos puede presentar retos hasta cuando creemos que ya batallamos mucho y logramos tanto. Nos puede presentar situaciones que nos propongan salir de nuestra zona de confort para encarar “una experiencia que merece la pena ser vivida”.

Este es el caso de Julio Lamas, quien es un entrenador con reconocida trayectoria en el plano local, dirigió en nuestra Liga Nacional por 21 temporadas saliendo campeón con Boca Juniors, Ben Hur de Rafaela, Libertad de Sunchales y con San Lorenzo de Almagro.
En el plano internacional, comandó en el básquet español al TAU Cerámica Baskonia, CB Lucentum Alicante y el Real Madrid. Con la selección Argentina, en los Mundiales de Grecia 1998 y España 2014 y en el campeonato obtenido en el FIBA Américas de Mar del Plata en 2011, que le dio el pasaje a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde también estuvo en el banco.

Su último club en Argentina fue El Ciclón de Boedo, club del cual es hincha, donde había conseguido ser bicampeón de la Liga Nacional entre 2015 y 2017 y campeón del Torneo Súper 4 del 2017. “Yo estaba bien en San Lorenzo. Había cumplido dos años dentro del club en un proyecto en primera división que había nacido en el momento de mi llegada y me sentía muy comprometido. Yo me sentía parte de la casa y había objetivos para los dos años siguientes, ya que el Santo de Boedo me estaba ofreciendo renovar por dos años. No tenía la necesidad de cambiar”, recordó Julio.
Hasta que un día llegó un ofrecimiento inusual, o mejor dicho, un ofrecimiento común desde un lugar inusual, desde el otro extremo del mundo. El desembarco de Luis Scola al baloncesto chino fue lo más lejano que habíamos conocido, hasta que Lamas llegó al país del sol naciente, Japón.

“Yo conocía muy poco del básquet japonés, casi nada”. Cuando el Director Deportivo de la JBA (Japan Basketball Asociation) viajó a Buenos Aires y estuvo unos días seguidos reuniéndose conmigo, me mostraba videos e información. En dos días ya había visto mucho más de lo que conocía previamente a su llegada. Era una competencia y una selección nacional ajena para mí en ese momento”.
Lamas fue elegido para ponerse al frente de un proyecto especial, colocar a Japón en la elite de la región de Asia y Oceanía. “El Director Deportivo -que es un ex entrenador- pensó que, esta vez, ese entrenador extranjero que estaban buscando para la selección no tenía que ser un norteamericano, sino alguien del básquet FIBA. Se enfocó en las selecciones nacionales que mejor resultado habían conseguido en los últimos 20 años. Las ‘escuelas’ elegidas fueron las de Serbia, Argentina, España y Australia, y los candidatos eran de esas nacionalidades”.

Ante semejante desafío a los 52 años que tenía por aquel entonces, había más dudas que certezas para poder tomar una decisión. “Demoré bastante en responder porque no era una decisión que ‘completara todos los casilleros’, que fuera redonda. Había cosas a favor y tenía riesgos y situaciones que no eran las mejores opciones para mí en ese momento. Lo estudié un par de meses. Primero contesté que no, ya que me tenía que quedar tiempo completo en Japón y no podría compaginar, en ese entonces, lo familiar con lo profesional. Volvieron a la conversación con la propuesta de que yo pudriera regresar a Argentina tres o cuatro veces al año y también con más detalles del proyecto que combinaba a la selección nacional y a la -por entonces- la nueva liga profesional, la B.League. Aquella primera negativa les fue dando tiempo a que me muestren y expliquen más cosas que terminaron, también, influyendo positivamente. Y bueno, terminé aceptando la oferta de la selección en abril de 2017. Y la verdad es que, viéndolo hoy desde acá, agosto de 2020, me alegro de haber aceptado. Ya con ‘el diario del lunes’, volvería a aceptar la oferta”.

Pero él no llegó como un turista más, sino como un trabajador. “Las primeras impresiones del país y de la ciudad (Tokio) fueron extraordinariamente positivas. Esperaba cosas buenas y todas superaron las expectativas. Las de las condiciones de trabajo de la JBA, la estructura y la logística, también”, recordó. Sin embargo la realidad con la que se encontró fue complicada: “Cuando comenzamos a entrenar y a jugar, el primer año no fue bueno. En los primeros meses no sabíamos lo que teníamos que hacer dentro de la cancha, perdíamos seguido, y al final del día, algunas veces me preguntaba si había hecho bien, si podía ayudar en el proyecto. Me sentía un poquitito frustrado. A la mañana siguiente, apelaba a la resiliencia y a pensar en que le iba a encontrar la vuelta de alguna manera”.
Finalmente, ese trabajo interno comenzó a dar frutos. “Entre diciembre de 2017 y febrero de 2018, había tomado algunas decisiones que después se vieron positivas, como la nacionalización de (Nick) Fazekas y la inclusión de (Rui) Hachimura y (Yuta) Watanabe en las convocatorias, a pesar de que tenían 19 y 22 años respectivamente, y darles un espacio”.

“En junio de 2018, le ganamos a Australia -por primera y única vez hasta hoy- el día que debutan Hachimura y Fazekas, uno hace 25 puntos y el otro 28. Ganamos los dos partidos y clasificamos para la siguiente fase ahí en junio. Entrenamos bastante ese verano japonés para jugar los partidos , ganamos los dos de septiembre también. Ahí, Hachimura y Watanabe jugaron juntos por primera vez, ganamos en Kazajistán y le ganamos a Irán de local, que es uno de los equipos fuertes en Asia y Oceanía».

Esta levantada se vio potenciada gracias a la inclusión de un jugador llamado Yudai Baba que, según Lamas, “tenía la condición atlética pero no la había ejecutado ni ejercitado el poder usarla de la misma manera”. Con estos tres jugadores (Baba, escolta, 1,95 metros; Hachimura, alero, 2,05 metros; Watanabe, ala pivot, 2,05 metros) hubo un leve upgrade en toda la talla y condición atlética de la selección, además de inyectarle juventud.

Tras semejante recorrido deportivo en sus funciones como entrenador, también hubo cosas a nivel personal que debieron verse afectadas por llegar a una cultura totalmente diferente, desde la forma de trabajar, gestionar y desenvolverse en la vida, y eso va generando shocks. “Somos totalmente opuestos, hay una forma de ser y en el sentido de donde comenzamos a sentir o a manejar las cosas, entonces me he tenido que adaptar totalmente. La cultura de la gestión en el trabajo, los procesos de trabajo que nosotros tenemos que hacer son diferentes a los de Argentina, entonces eso ha sido un cambio muy grande y lento. Este es un lugar que lleva una adaptación muy grande. Obviamente que yo hago primero lo deportivo para poder entrenar y jugar con mi equipo, porque es para lo que me trajeron. Pero después, van pasando más cosas y la verdad es que he tenido que aprender a usar nuevas herramientas porque algunas que tenía no me sirvieron más; tuve que crear algunas nuevas y tuve que conocer la cultura japonesa”.

Si hay algo que los latinoamericanos conocemos de Japón, entre otras cosas, son el Anime y Manga, “Acá ven dibujos animados o consumen historietas los adultos, la gente de mi edad, no es que sólo los niños nada más, entonces lo podés ver en cualquier lugar. Cuando venís en el último tramo del vuelo a Tokio, ves que la gente grande va viendo películas de dibujos animados, y eso está presente en todo”, contó Lamas.

Por supuesto, los deportes en general -y el básquet en particular- no son la excepción: “En el básquet también, hay una persona muy importante, un artista famoso que es aficionado al básquet y hace cosas. Por ejemplo, el logo de Akatsuki FIVE o algunos dibujos que nos acompañan en distintos momentos, uno antes del mundial, otro que tenemos en la JBA. Está presente”. Este artista famoso es Takehiko Inoue, quien creó y dibujó una de las historietas más vendidas en la historia de Japón y que trata de un equipo de básquet de secundaria, Slam Dunk.

De aquel inicio el en proyecto Akatsuki FIVE a la realidad que se fue construyendo en estos años se ha visto un crecimiento exponencial desde los resultados deportivos y lo estructural. Mirando hacia atrás, mucho fue lo conseguido, pero Julio sabe muy bien a qué vino y qué es lo que le queda por afrontar. “Estámos jugando la clasificación para la FIBA Asia Cup, jugamos un partido en febrero y tenemos que jugar dos partidos en noviembre contra Malasia y contra China de visita. Los Juegos Olímpicos en 2021 son el objetivo principal y el más importante centro de nuestra planificación, por eso extendí mi contrato hasta los Juegos. Ése es el objetivo, conseguir la clasificación para la Copa de Asia, jugar los Juegos Olímpicos como lo principal, y un mes después viene la FIBA Asia Cup. Ahí va a terminar mi contrato y una etapa importante de cuatro años. Después se verá como sigue todo”, finalizó.

Por Walter Silva para Vermouth Deportivo.

 

 

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