Corría éste 2022, lento y quejumbroso. La primavera teme llegar a puerto como una nave meciéndose en la inmensidad de un mar bravío.

En el aire se siente una mezcla de frío y calor, tan cambiante como el humor de las almas.

Aparece en primer lugar en esta humilde historia un personaje central: Malena.

La que no canta el tango como ninguna, es sociable, experimentada, amable, capaz de hacer contacto con todo tipo de personas. Su personalidad es potente y a veces…avasallante, por momentos inspira respeto y por momentos casi un mínimo temor
para aquellos que no la conocían tanto.

Aparece ahora el otro personaje central de este cuento: Raquel.

Ella tiene ansiedad, rabia contenida, por momentos hostil y por momentos depresiva. Es manipuladora, egoísta y peleadora.

Malé y Quela se fueron conociendo por circunstancias de la vida, eran amigas… y se conocían bien.

Raquel tenia mucho dolor, desdicha y eso quizás la llevaba a criticar en público a Malena. A festejar entre dientes, con sonrisa estoica, alguno de los logros ajenos.

Competía hasta el punto de quedarse con logros lejanos y sin saberlo, quizás… fue apagando las ilusiones de nuevos proyectos de su amiga.

Siempre había personas que aconsejaban a Malé alejarse de Raquel. Un interrogante le aparecía siempre:

– “Por qué me ataca, por qué la envidia?. Raquel tiene la suerte de estar cómoda económicamente. No necesita trabajar… yo trabajo de sol a sombra y no me quejo…”

Malena optó por un tiempo más apelar a la empatía, hablar con Raquel y darle mas oportunidades para sanar la relación.

Quería que recupere su autoestima, que repare ese «Yo» tan maltratado.

No resultó.

Ojalá el Destino tenga escondido a la vuelta de la esquina un reencuentro, una reconciliación.

Si no es así que el mismo Destino, la vida misma… les brinde a ambas un poco de paz y tranquilidad.

 

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