La búsqueda por la perfección se percibe como algo casi natural en el ser humano. No obstante, esta búsqueda misma reúne más fuerzas cuando se idealiza el objetivo como un individuo, y he aquí las causas y consecuencias del acto de idealizar a alguien. ¿Por qué lo hacemos? ¿Qué sensación nos produce encontrar a ese alguien que se atreve a lo que nosotros no, que encara los sucesos de la forma que nosotros pensamos que es la correcta, que se asemeja más a nuestra versión de perfección? La idealización y la perfección van de la mano: cuando logramos visualizar a alguien que represente nuestro concepto de perfección le solemos colocar en el mejor pedestal que tengamos, pero ¿cuánto dura ese pedestal en pie?
EL SER INCOMPLETO
Una de las principales causas de la idealización es la baja autoestima debido a factores inherentes a la infancia del individuo o posibles traumas sin resolver que llevan a la búsqueda de la perfección del ser ya que el sentimiento que prepondera en ellos mismos es la insuficiencia. ¿Cuántas veces has buscado la aprobación de tus padres y cómo te has sentido con la devolución que te dieron? Muchas personas idealizan a sus padres, pero las que no tuvieron figuras de protección y contención en sus infancias buscarán ese anhelo por lo que está bien en alguien más.
Aunque parezca irreal, muchos jóvenes idealizan a personajes ficticios de películas, series o incluso dibujos animados. Esta variante comenzó a hacerse más notoria durante los primeros períodos de cuarentena, ya que las actividades fuera del hogar se vieron comprometidas con la situación y el único escape de la realidad eran las plataformas de streaming. Hay que visualizar el contexto para comprender las acciones: Tenés 13 años, tus padres trabajan y todo el mundo en la escuela habla sobre el protagonista de esta nueva serie, ¿quién es? ¿cuáles son sus rasgos más fuertes? ¿acaso no es la persona perfecta? – “¡Quiero ser como ella!”
Los personajes que se vuelven icónicos empujan a reproducir el arquetipo de la idealización y, en muchos casos, este acto se vuelve tóxico. El joven que busca parecerse más a ese protagonista que todo lo puede y que no se muestra vulnerable nunca, crea automáticamente un pedestal que le marca el camino que deberá seguir para “parecerse” a la otra persona. Sin embargo, este comportamiento incluye características tóxicas ya que jamás reconsideran “ser” ellos mismos, sino imitar a alguien más que, por si fuera poco, no se trata de una persona real, sino un personaje de ficción cuyos atributos fueron potenciados para que encaje con la historia, y esto a su vez empuja al joven a acoplar su ser a ese formato de perfección industrializada.
Muchas veces las historias de las películas no se recuerdan con tanta precisión como cuando solemos recordar al personaje icónico de esta misma. Un excelente ejemplo es el personaje Riddick de la película Eclipse Mortal o Pitch Black que más tarde formó a ser una saga únicamente enfocada en el protagonista y no en la idea original. La trama era sobre la supervivencia de la tripulación de la nave a cargo de la protagonista. Ni siquiera Riddick era el personaje principal, pero se ganó la admiración de sus fans por compartir las típicas cualidades de un ícono en el cine: empoderado, sagaz, valiente e inteligente en su toma de decisiones. El lenguaje icónico que transmite la industria de la gran pantalla no es al azar. En efecto, se moldean las personas con las que empatizamos porque queremos ser como ellas. Este anhelo surge por una autoestima precaria debido a factores múltiples y una fácil solución es imitar como figura de autoridad lo que creemos carecer.
EL ESPEJO DISTORSIONADO
En lenguaje icónico, las imágenes, colores, formas y texturas son los elementos que representan la realidad; entiéndase el concepto de realidad visual. El signo es fundamental para comprender dicho lenguaje y Charles Morris, principal referente de la semiótica, introdujo la idea de que el ícono es la representación de cómo interpretamos la realidad y esta acción se lleva a cabo bajo un gran lente de subjetividad. Asimismo, la subjetividad no debería ser considerada una falencia porque, al fin y al cabo, la realidad de cada individuo se articula a su percepción y, a través de lo biológico y socio-cultural, se traduce las verdades subjetivas. En simples palabras, los hechos seguirán siendo hechos pero cada quien le da la significancia a su parecer.
Los íconos son cruciales para hacernos entender cosas: el círculo hermenéutico de Gadamer y Heidegger señalan que la conceptualización es uno de los pasos más relevantes en la comprensión humana y, por lo tanto, el ícono forma parte de las conceptualizaciones mismas; etiquetar qué es lo bueno y malo para seguir y dejar de seguir. Cada persona crea su camino, pero a veces nuestros arquetipos familia nos empujan subconscientemente a cosas que no nos representan, sino más bien a nuestros padres.
¿CUÁNDO DEJAR DE IDEALIZAR?
La mayor consecuencia de andar idealizando personas o personajes es la eminente frustración y decepción por no alcanzar el estándar buscado. Pese a ser un proceso natural e inherente por vivir en sociedad y que a veces puede ser de gran ayuda para visualizar nuestro objetivo en la vida, la idealización es, en cierta medida, bastante similar a las características usuales de los haters. Por ejemplo, ¿qué sucede cuando la persona que “adoramos” hace o dice algo que no estaba dentro de nuestras expectativas? – Sentimos que algo se quiebra en nuestro interior y la típica frase que nos representa es “se me cayó un ídolo”.
El bienestar mental debe ser una prioridad inamovible y bajo ninguna circunstancia debe ser ignorado. Por ello, la idealización puede que nos represente un problema cuando no resolvemos conflictos internos pasados y la mayor parte de estos problemas provienen de un arquetipo familia bien arraigado al subconsciente de la persona. Entonces, romper con dicho arquetipo es una tarea ardua, pero muy necesaria a veces. Por ende, ¿cómo es posible quebrar con estos patrones de comportamiento a los que no somos conscientes en su totalidad? Esquematizar un plan de posibles soluciones resultaría un placebo ya que darse cuenta de que hay un problema representa más de la mitad del problema resuelto. El siguiente paso es hacer lo que dice nuestro interior. Es primordial que la escucha activa se haga para con una misma y luego para con las demás.
La mayoría de las bajadas de líneas son influenciadas por estos íconos representativos de la sociedad e incluso del cine como así también otros sectores como escritores, periodistas, youtubers, instagramers, entre otras, lo cual, de hecho, es un poco necesario para desarrollar un orden, pero la obsesión por lo correcto e incorrecto puede volvernos verdugos de la verdad. Adicionalmente, esa actitud puede desembocar en rasgos negativos que nos perjudicarán a largo plazo y la línea que separa a los haters de los idealistas es muy delgada. Ser conscientes de nuestras actitudes puede beneficiar no sólo al otro, sino que también a nosotras mismas. Es por ello que idealizar personas es alejarse de nuestro verdadero “yo”.
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Ruben Zavala
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Otra grannnn nota de Sofía !!!!
Buenísima nota Sofi !!
Hace cuanto no leía la palabra «hermenéutica» (desde la facultad!) … Gran análisis!! Te felicito!!!